Pensar en la Casa de las Dueñas es, inevitablemente, traer también el recuerdo de su más insigne propietaria. María del Rosario Cayetana Paloma Alfonsa Victoria Eugenia Fernanda Teresa Francisca de Paula Lourdes Antonia Josefa Fausta Rita Castor Dorotea Santa Esperanza FitzJames Stuart y de Silva Falcó y Gurtubay , la Duquesa de Alba, Cayetana, de cuya falta se han cumplido recientemente dos años.
Su historia de amor con la ciudad, que la adoptó y la hizo sentirse “sevillana hasta la médula” la llevó también a convertir Las Dueñas en todo un referente internacional, llenando de piezas únicas de arte y momentos históricos su ya espléndida arquitectura y convirtiéndola en uno de los lugares de mayor interés en Sevilla.
Cayetana no nació en la ciudad hispalense, sino en el Palacio de Liria. Desde muy pronto las circunstancias la llevaron fuera de España. Primero exiliada en París y más tarde con motivo del estallido de la Guerra Civil (que le sorprendió en Sevilla, con su tía Sol) en Londres, donde su padre desempeñó la función de embajador, y donde estuvo en contacto con Isabel II o con Wiston Churchill. Pero Cayetana nunca se sintió inglesa, y finalmente a los 17 años volvió a la Casa de las Dueñas. Allí el 28 de abril de 1943 tuvo lugar su puesta de largo, y comenzaba su devoción por Sevilla, sus gentes y sus tradiciones. Por fin pudo ponerse en manos de maestros como Enrique el Cojo o Pastora Imperio para dar clases de baile, una de sus pasiones.
El día 12 de octubre de 1947 salió de Las Dueñas vistiendo su vestido de novia (de Flora Villarreal) con destino a la Catedral de Sevilla, donde contraería nupcias con Luis Martínez de Irujo y Artacoz, con el que tuvo seis hijos.
Llenó durante los años 60 y 70 los salones de la Casa con innumerables personalidades del mundo del cine, la cultura, el arte o la nobleza, atraídas por el embrujo sevillano, como los Príncipes de Mónaco, Eduardo VII, Wallis Simpson, Arthur Rubinstein, Jackeline Kennedy, Cole Porter, los Reyes de España o Richard Avedon, el autor de la fotografía que retrata a la Duquesa para Harper’s Bazar.
Las Dueñas fue también escenario incomparable para numerosas celebraciones familiares, como la puesta de largo de su hija Eugenia, las bodas de sus hijos, Carlos, actual Duque de Alba, y Cayetano, e incluso de la tercera boda de la propia Duquesa. Cayetana abrió las puertas de Las Dueñas para sus allegados para compartir la singular Feria de Abril, de la que se convirtió en una de sus imprescindibles, o la solemnidad de la Semana Santa, de la que no se puede olvidar el paso de su adorado Cristo de los Gitanos por la calle Dueñas.
Era inevitable que fuese esta Casa la que Cayetana escogiese para pasar sus últimos momentos, y es natural que sea Las Dueñas la que se erija en recuerdo de su célebre propietaria, como un monumento que visitar en Sevilla en su memoria.
Es por esto que, al adaptar la Casa de las Dueñas para permitir su visita, la intervención realizada ha sido mínima, con intención de preservar su espíritu de «casa vivida» y mantener la presencia de Cayetana impregnada en cada una de las estancias.